Aunque pienso que los padres siempre han amado a sus hijos, las pruebas históricas demuestran que -lamentablemente- generaciones anteriores no han reconocido la necesidad de mostrar afecto, cariño, paciencia y moderación al tratar con los niños. El psiquiatra Lloyd de Mause, en un ensayo de 1974, describe un panorama horrible de negligencia y crueldad que los niños del mundo occidental han tenido que soportar a través de los tiempos. Su trabajo muestra, sin embargo, que a lo largo de los siglos XIX y XX, la situación de los niños mejoró gradualmente.
Con cada generación, los padres mejoraron respecto de la anterior en cuanto a satisfacer las necesidades físicas, psicológicas y emocionales de los niños. Tal como lo describe de Mause, educar a un niño "se convirtió en un proceso orientado menos a conquistar que a formar la voluntad de un niño, guiándola hacia los caminos apropiados, enseñándole a adaptarse y a socializar".
Aunque a principios de siglo Sigmund Freud promovió teorías que subrayaban que los niños eran "criaturas muy sexualizadas y agresivas", investigaciones basadas en la observación probarían más tarde lo contrario. Con la creciente tendencia a ver en los niños ternura, bondad y fragilidad, nuestra sociedad ha evolucionado desde mediados de siglo pasado hacia una nueva era en la tarea de ser padres -de Mause la describe como una "era de ayuda"-.
Se trata de una época en la que muchos padres abandonan los modelos estrictos y autoritarios, según los cuales ellos mismos fueron educados. Actualmente, una mayor cantidad de padres creen que su papel es ayudar a los niños a desarrollarse según sus propios intereses, necesidades y deseos. Para hacerlo, los padres están adoptando lo que la psicóloga Diana Baumrind denominó un estilo "autorizado" de ser padres.
Mientras que los padres autoritarios imponen en forma característica numerosos límites y esperan obediencia estricta, sin dar a los niños ningún tipo de explicación, los padres autorizados fijan límites pero son mucho más flexibles, ofreciendo a sus hijos explicaciones y mucha calidez. Baumrind también describe un tercer estilo de ser padres que denomina permisivos, en el cual los padres son cálidos y comunicativos con sus hijos, pero ponen en práctica pocos límites de conducta.
En estudios sobre niños en edad pre-escolar de los años setenta, Baumrind descubrió que los niños de padres autoritarios tendían a ser conflictivos e irritables, mientras que los niños de padres permisivos eran a menudo impulsivos, agresivos, mostraban poca confianza en sí mismos y un bajo desempeño en sus actividades. Pero los niños de padres "autorizados" se mostraban más cooperativos, más confiados en sí mismos, enérgicos, amistosos y estaban orientados hacia el buen desempeño.
El conocimiento de la inteligencia emocional en los niños ha crecido en las últimas dos o tres décadas. Se han escrito muchos libros destinados a los padres, señalándoles hasta qué punto resulta fundamental que proporcionen cariño y afecto a los niños. Se insta a los padres a practicar formas positivas de disciplina con sus hijos; a elogiarlos más que a criticarlos; a recompensarlos en lugar de castigarlos; a alentarlos en lugar de desalentarlos.
Estas teorías nos han hecho avanzar mucho -afortunadamente- desde los días en que los padres aplicaban "las nalgadas", "el tirón de orejas", u otro tipo de agresión física. Sabemos ahora que el afecto, la calidez, el optimismo y la paciencia son herramientas mucho mejores que el rigor para educar, formar y preparar a nuestros hijos. Hoy, la mayoría de los padres buscamos la felicidad de nuestros hijos. Es hora de que aprendamos a ser mejores padres y asumamos la responsabilidad que nos corresponde, para orientarlos hacia una vida plena.
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